Noche de Navidad 2019
Mis sentimientos están hoy divididos. Estoy feliz por estar en contacto con tantas personas que me quieren. Sereno y en paz por lo que he vivido y por lo que estoy viviendo. Tengo todo lo necesario para estar tranquilo.
Mis sentimientos están hoy divididos. Estoy feliz por estar en contacto con tantas personas que me quieren. Sereno y en paz por lo que he vivido y por lo que estoy viviendo. Tengo todo lo necesario para estar tranquilo.
Pero no soy completamente feliz. No puedo ser indiferente a otras
situaciones que hoy se viven. Más de cien casas consumidas por las llamas, más
de doscientas familias que en la noche de navidad se quedaron sin nada. Todo debido a
desalmados (ni siquiera puedo llamarlos simios o bestias, porque sería ofender
a los animales), desalmados digo, que provocaron un enorme incendio forestal.
En esta vida no hay justicia, ojalá que haya al menos en otra vida.
Estamos al parecer indefensos ante los delincuentes. Por un lado,
estoy contento que la gente se exprese y no quiera más el saqueo de los grandes
empresarios, de las pesqueras, de las farmacias y sus abusivos precios de
medicamentos, del negocio que hacen con los fondos de pensiones, del robo descarado
que se hizo en dictadura de las empresas del estado, en fin, de tanto saqueo. Gracias
a las marchas y protestas el gobierno algo empieza a reaccionar. Pero no
gracias a los vándalos y delincuentes que han hecho este país más pobre, más
bien a pesar de ellos. No tiene nada de romántico ni de héroes que al saqueo de
unos se responda con el saqueo de otros.
Esta violencia afecta especialmente a los más pobres, a
quienes tienen menos recursos. Los que tienen grandes capitales, tienen siempre
a que recurrir. O simplemente, envían su dinero a paraísos fiscales o se van
del país. Las empresas multinacionales vuelven a abastecerse o se van a otro
país. Los pequeños comerciantes no tienen alternativa y si les roban o
incendian su negocio, no tienen cómo levantar su comercio de nuevo.
No debería permitirse construir de nuevo sus viviendas en
las pendientes de los cerros, porque volverán a incendiarse, dice una
periodista. Creo que ella vive en una
casa sólida y bien ubicada. Le falta comprender que las personas de pocos
recursos no eligen donde vivir, sino que viven donde pueden. Es violenta la
desigualdad. Y más violento es reaccionar ante la violencia con más violencia.
¿Quién va a responder por los sueños de más de doscientas familias
de esta navidad? ¿Dónde estaba el niño Jesús esta noche? ¿Será que decidió que
esta civilización comience a llegar a su fin?
Es mi opinión.
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