Pensemos en un árbol. La vida del árbol se apoya en su sistema de raíces, que están invisibles y enterradas en el suelo. El crecimiento de los árboles no se efectúa por sus numerosas ramas, ramitas y hojas, ni por las flores ni sus frutos. Si las raíces no reciben el alimento adecuado, se mueren y se pudren, matando el árbol. Es análogo a nosotros los seres humanos. Si se nos alimenta nuestro ser interno de manera adecuada, con pensamientos positivos y constructivos, con un diálogo interno adecuado, con visualizaciones de salud y prosperidad, estamos evitando que el árbol de nuestra vida comience a enfermarse y a morirse prematuramente.
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